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La semana laboral reducida

Bienvenido al 5º episodio de la 2ª temporada del podcast de El bocadillo de Tortilla.

Hoy es lunes, 28 de octubre de 2019.

En este episodio hablaré sobre mi opinión de la jornada laboral de 5 días y por qué sería beneficioso el tener una jornada más reducida. Los pros y los contras analizados de una manera muy particular.

¿Y tú qué opinas?

Y con esto me despido hasta el próximo episodio, no sin antes recordarte que puedes encontrarme como El bocadillo de Tortilla Podcast en: 

Y nada más. Por si no nos vemos, buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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El trabajo es salud

Que sí, que el trabajo es salud es una frase más que conocida. Que además es muy acertada porque si tienes salud puedes trabajar (eso si te dejan), si trabajas cobras, si cobras te lo puedes gastar en lo que te de la gana: comer, dormir (sí, también te lo puedes gastar en eso), viajar… todo lo que acabe en «r» y en otras letras. Pero también hay una frase que repite un primo mío que dice algo así como si el trabajo es salud… pues que viva la enfermedad. Estoy seguro que no lo dice en serio.

Desvaríos aparte y hablando de trabajo, ¿qué es lo mejor de eso? Pues cuando llega el viernes y sabes que el fin de semana no tienes ninguna preocupación hasta el lunes siguiente, así que puedes despreocuparte y pegarte unas fiestas… o no. De cualquier manera lo mejor es que te pegues lo que te de la gana, que para eso tenemos aquello del libre albedrío.


Andreea Banica – Love In Brasil
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Nuevos cambios

Keyboard 2 por john_a_ward, en FlickrReconozco que me gustan los cambios y últimamente se han sucedido unos cuantos, de los cuales se pueden destacar dos: uno agradable y otro desagradable. Del desagradable no voy a escribir, primero porque no me apetece recordar el mal trago (aunque ya está felizmente resuelto) y segundo porque soy de los que prefiere olvidar los malos momentos excepto lo que lo generó. Así que voy a contar algo de lo agradable. Bueno, sobre el tema agradable no es que sea la panacea, pero algo es algo.

Resulta que, por si no te has dado cuenta, mi empresa se dedica al outsourcing (mola el palabro, pero es como una ETT con empleados con contrato indefinido y que pagan un poco más) y a principios de mes me dijeron que tenía una entrevista con una empresa de servicios de Internet de cursos en línea que necesitaban un DBA. Pues nada, que al día siguiente empecé a informarme sobre la empresa para saber dónde me metía y si es que estaban buscando a gente para trabajar de DBA. Lo que encontré en su página fue: que si son una empresa joven, que valoran los principios de la gente, que son personas honestas, sinceras, coherentes… que saben escuchar a las personas del equipo para ayudar a conseguir sus sueños (profesionales, claro), que son personas pacientes y corredoras de fondo… Bueno, así podría estar hasta el infinito y más allá. También tenían un grupo en Flickr donde se ven fotos de gente muy contenta y feliz. Las oficinas tienen buena pinta y la gente parece muy enrollada. La parte de si estaban buscando a más gente sobre lo que yo iba a hacer, sí, lo estaban haciendo.

Una vez informado fui a la entrevista y parece que les gusté porque al cabo de un par o tres días mi jefe me comunicó que empezaba la semana siguiente, así que empezamos bien porque en comparación de donde está las oficinas de mi empresa este nuevo sitio está a tiro de piedra de mi casa, así que de momento contento.

¿Qué suele pasar en el 85% de los casos cuando ves una rubia en fotos o en la TV (morena, pelirroja o lo que prefieras) que parece lo más simpático que te puedes echar en la cara y además está buena? Pues que cuando la conoces realmente y la tratas resulta que no es como te la habías imaginado. No es tan simpática, tiene una teta más grande que otra, cojea o mejor no verla recién levantada. Pues con las empresas pasa algo parecido. Por fuera parece todo muy bonito, pero por dentro las cosas cambian: jefes que no valoran lo que intentas hacerles comprender, vida privada casi nula, críticas entre compañeros (bueno, esto tiene excusa ya que es el deporte nacional por excelencia), equipos informáticos subdimensionados (no humanos) que tienen más problemas que soluciones, rapapolvos que recibes sin comerlo ni beberlo, toda la empresa está pendiente de un gráfico de ventas que se proyecta en la pared (y como baje prepárate para recibir), miedo a que te echen por estar con contrato no indefinido que no se cumplirá hasta pasado un año…Trabajo por Fernando Arconada, en Flickr

Por suerte la relación con los que realmente trabajan es muy buena y es gente muy preparada e inteligente que, todo hay que decirlo, están un poco explotados (noches sin dormir, jornadas interminables, problemas generados por la mala planificación inicial…).

Ahora mismo lo que echo de menos de mis oficinas son lavabos más grandes (en estos para cerrar la puerta te tienes que casi meter en el váter y la gente sigue pegando los mocos en la pared), hacer lo que realmente sé hacer (ahora me mandan cosas que no son de mi especialidad como programar en SQL), un sitio cercano decente donde comer (lo más cercano que hay es un chiringuito de esos de los años 70 churrusquero que solo le falta la playa cutre), las jornadas intensivas de los viernes y verano y la tranquilidad.

Por lo demás, está todo muy bien. No, si al final me va a gustar estos 6 meses que voy a estar por aquí. Eso sí, si aprovechas se aprende mucho.

Foto superior: john_a_ward
Foto inferior: Fernando Arconada

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De vuelta y vuelta

Sí, ya sé que es duro, pero ya estoy de nuevo por aquí (ya amenacé en su día, así que no vale quejarse). Todo lo bueno se acaba así que he vuelto a la oficina convencido de que se haría jornada intensiva y he descubierto que no, que de jornada intensiva nada. Así que voy a regalar en el día de hoy una horita de más sin comerlo ni beberlo. Por listo. Pero la venganza será terrible y me lo cobraré con creces (ahora vendría una carcajada con tono malicioso y con eco). Por lo menos sé que mañana podré levantarme un poco más tarde.

Ahora, con la excusa de que te revisas los cientos de mensajes del correo, te pones al día, te acomodas, configuras el ordenador (ya lo estaba, pero por si acaso), hablas de las vacaciones con tus compañeros, te tomas unos cuantos cafés, vas a desayunar, intentas encontrar la silla que tan bien habías dispuesto antes del mes de agosto, le dices a tu jefe que ya estás aquí (bueno, con esto no tardas mucho), vas al lavabo unas quince veces para eliminar todos los líquidos que te has metido este verano y otras tantas para acostumbrarte al odioso café de las máquinas que a nadie le gusta pero que todo el mundo toma, vas a comer, te entra modorra y te has olvidado a dormir con los ojos abiertos… total que se te hace la hora de salir, no has hecho nada y sales pensando a ver si mañana le empiezas a pillarle el tranquillo.

Que bonito es volver de vacaciones si no fuera por las pataletas que agarramos (interiormente, claro) como cuando teníamos 5 años y no queríamos entrar el primer día de colegio. Que días aquellos en los que te podías permitir hacer un escándalo público sin que te corroyera la vergüenza.

Pues nada, que empiecen los días de sueño, cabreos y estrés, que de aquí a poco ya vienen las Navidades.

estresadillo

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El aburrimiento

Pues aquí estoy, en un trabajo nuevo donde apenas nadie me conoce y donde apenas hay trabajo. Me parece que van a ser un par de semanas un poco largas. Por suerte ya solo me falta media hora para que termine mi lunes y poder pasar página de este día tan aburrido. Bueno, mejor no diría aburrido, aunque sí en términos de trabajo estrictamente. Será cuestión de tomárselo con filosofía y aprovechar el tiempo de ocio.

Aún recuerdo aquellos tiempos en Delphi en los que llegaba a las 6 de la mañana y acababa a las dos de la tarde en agosto. Que tiempos. Como cuando tenía que parar todos los servidores porque hacían mantenimientos eléctricos y solo dejaba el servidor proxy (realmente era un PC) para poderme conectar a Internet ya que me encontraba totalmente solo y desamparado. Aunque llegó un momento en el cual me sentí tan aburrido, pero tanto, tanto, que se me giró el cerebro y me puse a comprar todo tipo de chucherías en las máquinas expendedoras. Por suerte para mí no me lo comí todo porque las pastas seguían siendo igual de malas. Hay que ver la de tonterías que llegamos a hacer cuando no estamos bien.

Ahora saldré de las oficinas, me comeré mi bocata y me iré a casa en el tren. Cuando llegue a casa me pondré a ver el programa chorra de turno y luego editaré esta entrada para que el martes esté publicada tempranito.

Ya ves las apasionantes aventuras de agosto.

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Formas de ver el mundo

Dentro de poco tendré que asumir las tareas de otro compañero de mi empresa. Al parecer éste se marcha a otro sitio no porque esté mal aquí, al contrario, se encuentra muy a gusto, pero dice que ya tendrá tiempo de estar cómodo. A él lo que le interesa ahora es formarse en otra empresa ya que en esta no ve que su carrera evolucione y por tanto prefiere aprender, aunque esté incómodo, que dormirse delante de la pantalla de un ordenador.

Es curioso como cambian las preferencias según la edad de las personas. Cuando uno es joven tiene ganas de comerse al mundo y conforme te vas haciendo mayor te das cuenta de que el mundo es demasiado para ti. Es como cuando ves un pastel muy apetitoso y a la que le has pegado cuatro bocados ya estás empachado. Además te vas dando cuenta que ese pastel no es tan bueno como habías creído y empiezas a encontrarle defectos.

Al principio todo son idealismos y ganas de cambiar las cosas, pero cuando llevas mucho tiempo metido en la rueda y ves como unos se aprovechan y otros se desgracian, se te van quitando las ganas de seguir luchando por lo que en un principio creías que era lo justo.

Al final acabas siendo un número más que espera a que le llegue su jubilación lo antes posible haciendo el mínimo esfuerzo y esto nos conduce a que unos quieren exprimir hasta la última gota y otros quieren esforzarse lo menos posible. Un círculo vicioso que me parece que no se solucionará tal y como hemos montado el mundo.

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