Pues aquí estoy, en un trabajo nuevo donde apenas nadie me conoce y donde apenas hay trabajo. Me parece que van a ser un par de semanas un poco largas. Por suerte ya solo me falta media hora para que termine mi lunes y poder pasar página de este día tan aburrido. Bueno, mejor no diría aburrido, aunque sí en términos de trabajo estrictamente. Será cuestión de tomárselo con filosofía y aprovechar el tiempo de ocio.
Aún recuerdo aquellos tiempos en Delphi en los que llegaba a las 6 de la mañana y acababa a las dos de la tarde en agosto. Que tiempos. Como cuando tenía que parar todos los servidores porque hacían mantenimientos eléctricos y solo dejaba el servidor proxy (realmente era un PC) para poderme conectar a Internet ya que me encontraba totalmente solo y desamparado. Aunque llegó un momento en el cual me sentí tan aburrido, pero tanto, tanto, que se me giró el cerebro y me puse a comprar todo tipo de chucherías en las máquinas expendedoras. Por suerte para mí no me lo comí todo porque las pastas seguían siendo igual de malas. Hay que ver la de tonterías que llegamos a hacer cuando no estamos bien.
Ahora saldré de las oficinas, me comeré mi bocata y me iré a casa en el tren. Cuando llegue a casa me pondré a ver el programa chorra de turno y luego editaré esta entrada para que el martes esté publicada tempranito.
Ya ves las apasionantes aventuras de agosto.
Pues ya ves mi situación. Suerte que son 7 horas y no 8 (menos da una priedra), pero aún así me aburro más que una ostra. 🙁
Sinceramente, yo cuando estoy en el curro prefiero que me desborde la faena a no tener nada que hacer… El tiempo pasa volando de una manera, de la otra parece que no va a acabar nunca el día.
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