D.M.

Diarreas Mentales

Supervivencia

Hace tiempo tuve un compañero de trabajo que alguna mañana venía diciendo: bueno, una noche más que hemos sobrevivido. El tipo era muy cachondo, pero cuando hablaba de cosas de estas las decía en serio. Cuando le pregunté sobre el tema me dijo que por las noches, justo antes de acostarse pensaba que igual podía ser esa la última.

No sé si te lo has parado a pensar alguna vez, pero podría ser la última vez que te despides de tu hijo/a, novia/o, amigo/a, tu última risa, tus últimas lágrimas, tus últimos pasos o la última vez que lees esto. Pero la ignorancia nos hace felices y no saber cuándo vas a morir y tampoco preocuparte demasiado por ello, te hace llevar la vida más fácil. Menos mal que estamos programados para sobrevivir cueste lo que cueste ya que sino nuestra existéncia sería un suplicio desde que nacemos hasta que morimos. De hecho recuerdo una persona muy allegada que tuvo un cáncer de pecho y me dijo: no sabes tú lo que el cuerpo puede llegar a aguantar, refiriéndose al sufrimiento que pasó para seguir viviendo.

Personalmente y creo que para la mayoría también, le tengo más miedo al sufrimiento que a la muerte en sí misma. La muerte seguramente es un estado de descanso total, aunque cuesta imaginar que no hay nada más allá de finalizar tus días aquí. Parecería que todo lo que hemos hecho mientras estamos vivos no tendría sentido y nos aferramos a la idea de que ha de haber algo más. Aunque creo que lo que hacemos aquí (si hay algo más realmente) no tiene ningún sentido para lo que haremos allí.

Aunque como decía mi abuelo: la muerte no debe ser tan mala ni se tiene que estar tan mal, si te fijas nadie ha vuelto para contarlo.

Foto: MCSimon

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Nuestro YO misterioso

Trabajo en un edificio relativamente nuevo donde el ambiente y entorno de trabajo son agradables. Dispone de unos cuartos de baño que hasta merecen que se aposenten mis delicadas posaderas, teniendo en cuenta lo escrupuloso que llego a ser. De hecho se limpian aproximadamente a las 10:00, 13:00 y 17:00 horas por profesionales del sector y la mayoría de gente los mantiene limpios. He dicho la mayoría porque una minoría se dedica a hacer lo contrario: ensuciarlos sin llegar a limpiarlos. Pero el problema no es que lo ensucies por el uso habitual y luego, por descuido o dejadez no lo limpies, el problema es que hay gente tan guarra que a pesar de disponer de papel higiénico pegan los mocos en la pared. Sí, es verdad, se puede ser más guarro (ahora mismo se me ocurren otras formas) pero se supone que en esta oficina hay gente con un cierto nivel cultural y académico que no tendría que hacer ciertas cosas, pero ya se sabe que hasta el más inteligente tiene un YO diferente.

Además, cada planta (en este edificio hay 5) tiene dos cuartos de baño que dispone de dos lavabos, cuatro inodoros y tres mingitorios cada uno por lo menos en el de hombres. Teniendo en cuenta que suele haber una empresa por planta, está claro que de dónde son los responsables. A menos que los empleados de otras plantas vengan aquí a miccionar entre otras cosas.

Otro tema es el del tabaco. A pesar de que la empresa permite que vayas a fumarte un cigarro a la calle (luego tienes que recuperarlo), parece ser que para algunas personas coger el ascensor a dicho destino es demasiado engorroso, por lo que deciden fumarse medio paquete en el cuarto del inodoro. Luego llegas tú y cuando sales parece que que has estado en una discoteca.

Total, que por muy civilizados que pretendamos ser, al final siempre ha de destacar nuestro YO más despreciable.

Foto: von Kinder

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Que bien se está, cuando se está bien

No nos acordamos de lo bien que estamos hasta que estamos mal. Nos acostumbramos rápidamente a lo bueno y tardamos mucho más a lo malo. Porque la felicidad y el bienestar es como el dinero: nunca se tiene bastante y nos quejamos amargamente cuando nos falta un trozo.

Por eso hay que aprovechar el momento que inconscientemente estás en un buen estado y mandar a tomar por culo a todo aquello que te pueda amargar la existencia. Lo que no podrás evitar son las enfermedades y desgracias que por alguna razón te toca pasar, pero no te preocupes, no hay mal que 100 años dure y en algún momento tendrá que acabar de alguna manera.

Así que si te gusta el chocolate, métete un buen tazón con unos cuantos brioches y churros o porras en buena compañía y olvídate de lo malo por un momento. Eso sí, si lo que has pasado, como yo, ha sido un dolor de barriga de un par de días, mejor te esperas una semana antes de embutirte el chocolate. No sea que te vuelvas a acordar de lo bien que estabas cuando estabas bien.

Foto: sonicwalker

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Agua mineral natural

Recuerdo en mi año de visitas al naturópata de turno por un tema de sobrepeso y demás, que me recomendaba que bebiese un par de litros de agua al día. ¿A quién no le han recomendado el experto en nutrición que beba mucha agua? Yo creo que a todo el mundo. Pero como todo ying hay un yang y es que recuerdo que leí en 20minutos que una persona había muerto por la ingesta de dicho líquido en demasía. Parece mentira pero es así de duro y cruel a la par que sorprendente.

Vamos a ver. Resulta que beber demasiada agua también es malo. Eso sin contar que tienes que levantarte a mear n (elevado al infinito) veces. Porque no me dirás que cuando estás bebiéndote una botella ya estás con que tienes que ir al lavabo. Y yo que soy de esos que si me puedo aguantar un ratito más me aguanto… pues la tenemos liada, porque también es malo aguantarse por aquello de la próstata y demás. Vamos, que hagamos lo que hagamos la podemos pifiar.

O aquello de que estás (ahora en invierno) calentito en la cama y te despiertas con unas ganas que parece que no has orinado en tu vida. ¿No te has preguntado alguna vez el por qué no se ha inventado un agujero en algún sitio para que puedas satisfacer tus necesidades líquidas sin tener que destaparte? Aunque pensándolo bien sería bastante guarro. Y más con nosotros (los hombres) que el primer disparo de la mañana siempre va un poco descontrolado y moja por allá donde no debe ser. Eso sin contar cuando te sale bífido que ahí la cosa ya es incontrolable porque no sabes qué parte controlar.

Lo que está claro es que cualquier cosa por exceso o por defecto es mala y se ha de aplicar en su justa medida. ¿Y cuál es su justa medida? Eso es algo que nunca sabrás aunque quizás te aproximes.

Por cierto, hablar tando de agua ya me está apretando la vejiga.

Foto: mermadon 1967

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El del móvil

Yendo en el tren y faltando menos de dos minutos para llegar a la estación, un personaje coge su teléfono móvil, marca un número, se lo pone en la oreja y dice: «¿Fulanito? Sí, oye que estoy llegando a la estación y en cinco minutos nos vemos en la plaza… es que el tren va con 5 minutos de retraso… Vale, hasta ahora».

Yo me pregunto: ¿era necesario avisar a esa persona de que llegas en menos de 5 minutos? Si ya llegas tarde no creo que se vaya a enfadar por esa minucia de tiempo. Entendería que avisases de que llegas tarde media hora por cualquier causa, pero ¿5 minutos? Ya me veo al que está esperando comiéndose las uñas, mirando nerviosamente que no viene su compañero, andando deprisa de un lado para otro, mirando el móvil a ver si le han llamado…

¿Y lo que se embolsa la compañía telefónica con esa mini llamada? Por una persona apenas es un ingreso de unos céntimos, pero si eso lo hacemos 5.000 personas en la província… pues imagínate lo que puede suponer para esta gente.

Total, que me parece nefasto que tengamos que estar constantemente actualizados de lo que hace el prójimo. Al final nos van a poner un chip en el culo para saber dónde estamos, con quién, lo que estamos haciendo y lo que decimos.

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La semana negra

Siempre que calificamos algo con el adjetivo de negro nos referimos a algo sucio, oscuro, maligno, clandestino, ilegal… y así hasta el infinito y más allá. Pero esta vez la semana negra no es algo malo del todo. Un par de acontecimientos lo ha cambiado: Lewis Hamilton y Barack Obama.

Del primero ha sido odiado por muchos y aclamado por otros tantos. Tiene el caracter de, digamos, los grandes campeones. No es especialmente modesto ni nada de eso, pero es que parece que si no eres así en el mundo competitivo en el que están, no llegas a nada. Y menos mal que este fin de semana ha ganado el campeonato de la Fórmula 1, que sino le da un soponcio y se convierte en el hazme reir de la temporada. Pero bueno, el chavalillo ya tiene su campeonato, su padre ya puede descansar tranquilo y volver a romper otro Porsche Carrera GT u otro más caro ya que lo que se va a engordar su cuenta bancaria no lo ganas ni con el bote del Euromillón ese.

Hay algo raro

Del segundo es la esperanza mundial. Sí, no parece que vaya a ser líder de un país, sino del mundo entero. Por lo menos es lo que muestran los medios de comunicación españoles. No sé si es por meter una cortina de humo con el tema de la crisis o qué, la cuestión que tenemos al Obama este y al de las patatas fritas McCain hasta en la sopa. Especiales informativos, segundas ediciones, debates acalorados… vamos, que se ha montado un circo de esos que tanto nos gusta. Y sí ha ganado este hombre de color (dicen que así es más correcto aunque para mí entonces todos somos de colores), pero es que superar a George dobleuve Bush no hay que sudar mucho. Hasta el de las patatas seguramente lo haría mejor, pero la verdad es que se ve un poco carca (aunque la que iba a ser su vicepresidenta Sarah Palin tenía su morbillo en plan mature).

Así que en estos últimos días hemos aprendido que por ser negros no necesariamente han de ser malos. Y hasta pueden llegar a ser buenos. Igual Hamilton se convierte al humildismo, comete menos errores infantiles en la pista y Obama hasta arregla un par de cosas tipo guerras y demás basuras que ha dejado el bueno de Bush. Oye, la esperanza es lo último que se pierde. O eso dicen.

Por cierto y antes de que me demanden por el robo de la propiedad intelectual, la foto es de El Pito Doble. Es buena, ¿eh?

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