D.M.

Diarreas Mentales

El retraso

    Ahora que me he tranquilizado, ya puedo escribir con calma y decir que estoy hasta los cojones de la puta RENFE y su tren de las 06:22 horas. Nunca llega puntual. Y es algo que no entiendo porque el de las 06:14 va como un reloj todos los días (o el 98% de las veces). Estoy de acuerdo que algún día falle por algún tipo de problema, pero es que llevamos más de dos semanas que lo mínimo que se retrasa son 7 minutos. Aunque si bien es cierto que tampoco se va a acabar el mundo por esos 7 minutos, te cabrea que hayan unos horarios y no se cumplen. En vez de poner la hora de paso por la estación a las 06:22, que ponga “sobre las seis y ventipico” y así todos contentos y más o menos llegaremos sobre esa hora.
    Pero hoy ha sido un poco diferente ya que normalmente si se retrasa mucho entonces pasa el tren que va a Vilafranca del Penedès y suele ser bastante largo, por lo que entonces toda la gente que se ha estado acumulando en el andén se puede sentar cómodamente. Pero hoy aparte del retraso ha pasado el de L’Hospitalet con la consecuente acumulación de viajeros.
    Tanto que se nos llega a exigir por parte de cualquier empresa en el pago y obligaciones, tendríamos que exigir también nosotros cuando se incumple nuestros derechos más básicos.


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Movimiento

    Este fin de semana he chateado con una vieja amiga (ella no lo es) y un nuevo conocido venezolano. Si bien la primera no recuerda algunos momentos de su vida en un viaje de fin de curso (ella sabrá por qué), el otro no ha sabido responder a la pregunta que le he hecho sobre el motivo a contactar conmigo. Seguramente ha visto mi seudónimo y se ha pensado que era una jovencita adolescente. Es lo que tienen en común los viejos amigos y los posiblemente nuevos: poca cosa (¿acaso pensabas que iba a escribir algo filosófico?).
    Pues venga, menos tonterías y más movimiento.


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Chillidos en el móvil

   Normalmente hay pocas cosas que me molesten cuando voy por la calle (bueno, excepto cuando llego a Barcelona que me molesta todo), pero existe una especie de moda que me empieza a tocar lo que no suena y nunca mejor dicho.
   Recuerdo que la primera vez que vi y oí a alguien en el tren con un móvil en la mano y reproduciendo un mp3 a lo máximo que da un pobre y desgraciado altavoz, me sorprendió y pensé que solo se trataba de un caso aislado. Además, eran sudamericanos y pensé que igual era habitual en su país ir de esa manera. Craso error. Si bien en aquel momento era gente del otro lado del charco, también me he cruzado con gente del otro lado de la calle.
   No sé que se pretende con esto. Si ya es molesto que un moderno, como le llamo yo, vaya con el coche tuneao, las ventanillas bajadas (da lo mismo que esté a 3 grados bajo cero) y la música a todo trapo, más molesto es que alguien que tienes al lado esté con el último éxito de los 40 criminales machacándote con el sonido chirrioso de un altavoz que no está diseñado precisamente para una reproducción en alta/media/baja fidelidad. Con el del coche por lo menos es un momento o como máximo lo que dura en ponerse en verde el semáforo, pero con el del móvil…
   No sé que se pretende con esto. Igual se piensan que así molan más. Igual no saben que existen los auriculares. Igual se piensan que solo lo oyen ellos. Igual es una variante del vecino de toalla en la playa en versión diminuta. No sé, la verdad. Y sí, es cierto que ni yo ni los que participamos en la audición nos llegamos a quejar en ningún momento. Pero claro, ya se sabe: la educación, que te limita bastante.


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En invierno, calorcito

    O eso es lo que la mayoría de la gente busca. Estoy seguro de que si preguntara dónde te gustaría estar ahora mismo, creo que la respuesta de la mayoría sería en algún lugar del trópico o similar. Y eso que precisamente mucho frío no está haciendo este invierno. Pero bueno, si tienes frío un poquito de calor musical seguro que no te va mal.


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Vaya dí­a

   No sé si es que la contaminación, el edificio donde trabajo que está enfermo, mi compañero que no se cuida, la RENFE, el puto tabaco que me trago de los transeúntes o que paso más tiempo en la calle, pero llevo una racha de resfriados y gripes que no me había pasado donde trabajaba antes en 9 años. He pasado una noche de perros y si he dormido 2 horas, creo que ha sido mucho. Mucosidad, frío, calor, sudores… y una serie de síntomas que molestan. Ahora mismo estoy como un zombi y me duelen las articulaciones, las costillas, el cuello… vamos que estoy hecho una braga. Sé que me toca aguantar tres días de subida y otros tres de bajada (creo), así que me armaré de paciencia y espero que no se ensañe demasiado el virus conmigo.
   Y hablando de mucosidad, he visto guarros en el tren, pero como el de esta mañana hay pocos. Un tipo que estaba a mi lado (no muy cerca por suerte), ha cogido el piéde la camisa por delante, le ha dado la vuelta y se ha sonado la nariz sin darse importancia. Vamos que seguro que no se le saldrá la camiseta porque bien pegada se le va a quedar en la barriga. Joder, que asco me ha llegado a dar. Pensar que tendrá todos sus mocos por dentro, calentitos… Y eso me ha recordado que vi a otro hace un par de semanas o así con un mocarro colgando de la nariz de esos viscosos y blancos… brrrr, se me está revolviendo el estómago.

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Consecuencias de Navidad

   Deben ser las pasadas fiestas, pero cuando intento sujetarme a la hora de comer, mi mente puede más que yo. Hay momentos que parece que controlo, pero hay otros que no hay manera. Como vaya con hambre soy capaz de empezar a engullir hasta dejarme limpio el plato y seguir buscando para ver qué queda en el puchero.Supongo que el que tenga guarrerías en casa también influye el que no deje de buscar esas sobras hipercalóricas que por alguna razón no se han consumido cuando debieran.
   La comida debería ser tratada como el alcohol: produce dependencia. De hecho me hacen gracia esos anuncios que gritan a los cuatro vientos que suproducto sacia el hambre. Ya. Lo que pasa es que normalmente el problema no es el hambre, es la gula y el ansia que te hacen engullir con el estómago lleno y hasta que no estás que revientas no paras de comer. Si el abanico de posibilidades para elegir alimento no fuese tan grande, igual hasta estaríamos más delgados. Claro que también me puedes decir que haga deporte porque es sano y todas esas razones supuestamente de peso, pero cansa, me da más hambre y cuando me hastío me engordo 10 Kg en dos días.
   Yo lo que no quiero es que me engorde hasta el aire que respiro. Yo lo que quiero es tener un intestino que no aproveche tan a fondo lo que me zampe por mi boca o que pueda modificar a placer: ahora aprovecho, ahora no.

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