D.M.

Diarreas Mentales

Un mal día

Son las 05:01 de la mañana y mentalmente ya me estoy quejando. El despertador normalmente suena sobre las 05:20 y me levanto sobre las 05:40 pero hoy, gracias a un cambio inesperado de horario en la medicación de mi hijo por parte de mi madre, un rebose de boñiga por los bordes del pañal, un cambio de body por las manchas, un biberón y un retortijón propio que ha resultado ser una falsa alarma, han hecho que no mereciese la pena meterse en la cama de nuevo. Eso y que te recuerden que últimamente solo te necesitan para cuidar del crío.

Algunas veces se añoran aquellos años en los que parecía que hacías lo que te apetecía. Te levantabas a las tantas, te acostabas o no, comías y bebías lo que te daba la gana y no te resentías de nada o como mucho te quedabas un rato más en la cama y se te pasaba… pero todo eso ha cambiado y ahora tienes que mirarte las grasas, la comida demasiado picante, el azúcar la justa, que si verdura hervida, que si carne o pescado a la plancha… vamos, la vida insípida que nos estamos imponiendo. Con todo esto te dan ganas de volver a atrás, pero acabas dándote cuenta que lo único que recuerdas de ese tiempo pasado es lo bueno y has olvidado que también lo pasaste mal. Que no todo fue de color de rosa y que sufriste también alguna que otra penuria.

Viendo el panorama y a pesar de esas mañana que te dan ganas de tirarlo todo por la borda, no puedes dejar de pensar en esas cosas buenas que también pasan y que no las tienes en cuenta cuando estás de mala leche. Un cariño de tu hijo que viene de sorpresa o una sonrisa de tu mujer a cambio de nada merece la pena meterse en esa mierda de cada día.

Pero bueno, un mal día lo tiene cualquiera y eso que solo acaba de empezar.

Foto: .digitale

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Nunca estamos de acuerdo

En breve me gustaría comprarme una videoconsola. Sí, ya tengo otras, pero siempre he ido detrás de una PlayStation 3, así que lo que haré es vender algunas cosas en eBay para costearme el precio aun habido recibido un regalo navideño que supera su coste. Así me deshago de cosas que no voy a utilizar y ahorro dentro de lo posible en estos tiempos que corren.

El caso es que también me tiraba la XBox 360, así que me puse a investigar en foros, páginas web, bitácoras y todo lo imaginable a ver qué ventajas tenía la una sobre la otra. Después de mucho leer pros y contras de una consola y la otra (ya que mi intención no era solo de jugar, sino de tener un centro multimedia para ver películas, escuchar música, series, alquilar películas y ver qué calidades de vídeo y sonido tenían, bajar demostraciones de juegos o bien comprar juegos completos, compartir y reproducir audio y vídeo por streaming desde mi iMac a la consola…) no me tendría que sorprender que hay gente que se aferra a una consola y gente que se aferra a la otra y la defiende a muerte. Así que es casi imposible decidirte por una o por otra, por tanto te inclinas a la que parece que se va a ajustar a tus necesidades.

Pero el tema no es ese. El tema es que nunca nos ponemos de acuerdo ya sea de un tema trivial o algo importante. Tendemos a gritar a los cuatro vientos que tenemos que ser una voz y que hemos de estar unidos para llegar a un bien común, pero nunca nos ponemos de acuerdo qué rumbo seguir y nuestra opinión es la buena y verdadera y la del resto es la que está equivocada. Así no es difícil entender por qué tendemos a destruirnos al final de la mayoría de nuestros actos.

El ejemplo lo tienes en las grandes corporaciones que realmente están gobernadas por personas que solo buscan el beneficio de su grupo sin importar los intereses del resto aparentando que lo defienden. Otro ejemplo son los gobiernos que parecen que están compinchadas con las empresas y solo están a merced de las necesidades empresariales obviando al pueblo que los ha elegido democráticamente.

Así que, o nos vemos todos al borde del abismo y cambiamos o caeremos a las profundidades de la extinción. Lo que sí estoy seguro es que si cambiamos y nos ponemos de acuerdo para conseguir el beneficio común, al cabo de algunas décadas volveremos a las andadas. Es naturaleza humana.

Por cierto, al final será la PS3 para finales de enero o principios de febrero (tengo una de ganas…) 😉

Foto: pericoterrades

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Navidades otra vez

Y ya están aquí de nuevo las Navidades. Claro, todo esto llega con su turrón (del duro, del blando, del de chocolate, del de coco, del de crema catalana…), polvorones, mantecados (nunca tuve clara la diferencia entre este par último), alfajores, chocolate en sus múltiple variantes… pero claro, esto es solo es una parte de la parte dulce (valga la redundancia), en la parte salada puede ser peor y es cuando más derrochamos: que si pavo, que si capón (no, no nos conformamos con un pollo común y corriente), que si embutidos ibéricos (o no tanto), que si patés (pobres patos), que si paletillas y jamones, que si las cestas que nos regalan en la empresa (este año no tanto), que si caviar (no tiene que ser del bueno, bueno), que si el vino, el cava o champán… así podría estar hasta el infinito y más allá. Pero no es cuestión de aburrir sin motivo alguno y más con un tema que la mayoría ya conoce.

Unos reniegan de la Navidad, otros les alegra, a otros les da por suicidarse (en principio los menos y esperemos que a nadie le de por ahí este año), unos que no pueden permitírselo aún queriendo porque les ha pillado en la cola del paro, otros que no creen, unos que solo critican (se haga lo que se haga nunca estará bien) y otros que simplemente lo pasan lo mejor posible.

Total, que si eres de los que se contagia de la alegría que transmite otra gente igual que tú, ya sabes que el resto no importa y que no todo el mundo estará conforme con lo que pienses o sientas, así que a disfrutar estas fechas, no gastes mucho (o tu economía se resentirá más de lo que pueda estar), aprovecha el estar con los tuyos y los que te quieren (si no lo haces a menudo por lo menos utiliza estas fechas como excusa) y disfruta de lo bueno de la vida que no hay mucho. No hay nada como ser optimista ante la adversidad, ¿no?

Pues este año (como los anteriores) voy a disfrutar las Navidades, el año nuevo y los reyes aunque le pese a según que gente. Y al que se deje le deseo:

¡Feliz Navidad y próspero año nuevo 2010!

Y para colmo, sé que me repito más que el ajo, pero me encanta esta canción navideña, esta vez al estilo años 60, sus dos jaquetonas de fondo con su coreografía, el voluptuoso coro y también su particular baile (y pelucas) y la señora Carey con su atuendo adecuado para el momento así como una fotografía en blanco y negro: ESPECTACULAR (y no solo me refiero a las del coro…) 😉

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Recuerdos que vuelven

Office layout por El Fotopakismo, en FlickrEsta semana he estado en una cena donde tres ex-compañeros de trabajo se pre jubilaban. Pasé algo más de 9 años trabajando con ellos y la verdad es que también tuve momentos muy buenos. De los malos prefiero desecharlos, aunque al ser yo una persona que más bien se entromete en pocas cosas, de esos casi no tengo.

Recuerdo como entré: limpiando monitores, impresoras y todo aparato electrónico relacionado con la informática. Si bien yo ya era un técnico novato y eso de limpiar no estaba entre mis obligaciones, sí que lo estaba en el contrato de mantenimiento, así que me tocó pasar el trapo con el limpia cristales. Eso sí, acabé administrando los servidores (no todos) de la empresa. Yo simplemente era un subcontratado que pasaba más tiempo allí que en la empresa a la que pertenecía, por lo que tenía aquella extraña sensación que no era de allí pero parecía que lo era.

Como he dicho, me solía meter en mis asuntos y de muchísimas cosas que pasaban por mi lado ni me enteraba. Esos chismorreos que tiene cualquier empresa. Sé que algunas veces me encierro demasiado en mí mismo, pero no lo podía evitar. Aunque si podía enterarme de los divertidos, lo intentaba. Por ejemplo recuerdo el salvapantallas que según un empleado era sensible al sonido (pegaba tal golpe a la mesa que se movía el ratón y se desactivaba, aunque le intrigaba que no le funcionaba haciendo palmas); o aquel otro que llamaba cárceles a las celdas de la hoja de cálculo (incluso rellenaba la equivalencia euro/peseta de una larga lista de cantidades utilizando una calculadora de mesa y poniendo los resultados en las «cárceles»); rumores de lesbianismo en los lavabos; la empleada deportista que te hacía el pino en menos antes de que le dijeras que lo hiciera (en falda se lo pensaba un poco más) y alardeaba de haberse operado las tetas y llevar siempre tanga; jefes que te estropeaban algún tipo de hardware y luego te lo hacían pasar por mantenimiento; algún personaje pintoresco que hacía más de 12 horas diarias, tenía una lista de lo que debía que comprar esa semana (no sé de dónde sacaba el tiempo) así como el currículum de su novia que indicaba en el apartado de aficiones que le gustaba ir de compras…

En la cena faltó gente, bien por desavenencias, bien por malentendidos o por lo que sea. Es una pena que todo el mundo no se pueda llevar bien o por lo menos llevar. Cada uno somos como somos y cuando llevas tanto tiempo puede ser muy chungo. Siempre hay roces y como decía un ex-compañero: es imposible llevarte bien con todo el mundo y si dices que lo haces es que eres un falso.

Es triste, pero el lugar de trabajo es un campo de batalla donde se libra una guerra y nadie es tu amigo (y el que dice serlo, miente). Eso sí, intenta pasarlo lo mejor posible, porque has de pasar muchas horas con esa gente y a quien no soportes intenta evitarlo.

Foto: El Fotopakismo

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Gente siendo gente

The Metro way. por JorG Etílico, en FlickrUna de las cosas que siempre me ha gustado cuando estoy esperando algo en un sitio público es precisamente observar a la gente. Y todo varía, lógicamente, donde estés: no es lo mismo en el tren como a la salida del mismo o en la consulta del médico. Nos comportamos de diferente manera y el miedo, la esperanza, el aburrimiento, la prisa y cuantas cosas te quieras imaginar florecen por nuestros poros sin darnos cuenta.

Dependiendo de quien se trate, me gusta mirarle las manos. Éstas dicen mucho de la persona. Puedes ver a una anciana con las extremidades con mejor aspecto que otra mujer de 30 años. Todo depende a lo que se dedique y sobretodo su estatus social. Esto último dice mucho. No es lo mismo una trabajadora que no hace más que fregar suelos a mano que la dueña que se lo manda. Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero lo que me hace más gracia son los aires que le envuelven a la mejor acomodada. Es curioso: puede estar forrada de dinero pero va en un vagón atiborrado de gente, de pie intentado mantener el equilibrio entre tanto zarandeo, pero con un estilo que la delata. Es como cuando estás en un atasco y tienes al lado un coche de alta gama: el coche vale 5 veces el mío, pero los dos estamos parados en el mismo atasco. Lo bueno sería que por tener un mejor coche abriesen un carril exclusivo sin retención, ¿no? Para eso te has gastado esa pasta 😉 .

Pero da lo mismo lo rico o pobre que seas porque siempre acabamos solos. No me refiero al sentido físico, me refiero, por ejemplo en el vagón, a que vamos juntos pero estamos solos. Unos no se atreven a mirarse, otros van con su música o lo que escuchen, otros leyendo (y luego dicen que es bueno, total, te aislas como cuando vas jugando con una consola), los que más controlan durmiendo… nos separan kilómetros cuando en realidad estamos al lado unos de otros. Nadie quiere saber nada de nadie o por lo menos no se atreven.

No sé que pasará en un futuro, pero si no nos relacionamos más a menudo es posible que acabemos los unos con los otros por miedo a que nos molestemos.

Foto: JorG Etílico

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El fotógrafo aficionado

Hay una parsimonia total sobre las fotografías que se hacen actualmente. O bien es que todos nos hemos vuelto unos artistas o es que no tenemos ni puñetera idea de como enfocar mínimamente una imagen. Y eso que las cámaras de hoy te facilitan el tema una barbaridad. Sin ir más lejos, le he comprado una cámara compacta a mi mujer que, a nivel fotográfico, lo hace todo: ajusta todos los valores necesarios para que te salgan fotos nítidas y lo más parecido a lo que ves. Claro que no es perfecta, pero se defiende muy bien. Eso sí, si le pones la oreja cerca oyes como constantemente está ajustando el enfoque y en la pantalla va cambiando los valores ISO, exposición, si necesita flash, enfoca caras aunque estas se muevan… Vamos, una joya de la tecnología (que no es lo último de lo último). Que si te sale mal una foto es casi porque quieres.

Por lo que he visto, la gente ¿qué hace? Le da igual que las fotos salgan torcidas, con el dedo en medio, borrosas, con los ojos cerrados, caras desfiguradas… Sigue imprimiendo sus fotos como si fueran de carrete tradicional en la tienda de la esquina: todas. Por lo menos antes, cuando ibas a revelar un carrete, el profesional te descartaba esas imágenes que no estaban bien o te las intentaba arreglar de alguna manera. Pero ahora la gente ni las procesa en su ordenador. Las coge tal cual, mete su tarjeta de memoria en la maquinita de la tienda y a imprimir alegremente.

Lo bueno viene luego que es cuando te las enseña y te dice: …uy, esta salió borrosa … esta es mi mujer aunque tenga cara de estar estreñía… …este es mi dedo que como lo tengo como una morcilla me sale en casi todas las fotos… Vamos que si sale una buena casi ni le prestas atención.

Y luego están las típicas fotos de calvos, que no son señores que no tienen pelo en la cabeza, no, son gente enseñando el culo sin ninguna prenda que les tape esa parte tan desagradable… y sí, están llenos de pelos, así que no me explico cómo les llaman calvos…

Total, que se acabó aquello de mirar con lupa lo que fotografías porque el carrete solo es de 36 fotos y son más caras que el copón. Y sino a ver quién es el guapo que viene de las vacaciones sin el mínimo de 836 fotos hechas en una semana. Vamos que te miran como un bicho raro si no lo haces. Tienes que hacer fotos del hotel de noche, de día, el cuarto de baño cuando llegas, cuando te vas, de la habitación con todo lujo de detalles, el camino a la visita turística, un gorrión que te ha hecho gracia, la fuente desde 15 ángulos distintos (o poco parecidos), la foto a aquel señor antes de que se levantara y te persiguiera por media ciudad pidiéndote que le pagaras, a tu mujer justo en el momento de tropezarse con el bordillo, a tu sombra, dentro de las catedrales en las cuales no se permite el uso de cámaras, al gracioso del grupo cuando está contando un chiste…

Vamos, que dan ganas de pedir que vuelva el carrete tradicional y se erradiquen de una vez por todas las cámaras digitales.

Por cierto, ¿qué pasa con Flickr que no encuentro una foto adecuada? ¡Ah, claro! Que en Flickr solo se ponen las fotos buenas.

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