Os voy a proponer una situación muy sencilla. Se trata de una conversación entre un arquitecto y un amigo suyo, quien le pide ayuda porque quiere comprarse una casa. A muchos os sonará la metáfora.
RING RING (Suena el teléfono)
– Hola, José, qué tal.
– Hombreeee, Antonio. Cómo estamos.
– Pues mira, te llamo porque quiero comprarme una casa, y como tú eres arquitecto, pues a ver si me puedes aconsejar.
– Bueno… a ver. Si quieres quedamos un día y damos una vuelta por unas cuantas inmobiliarias, a ver cómo está el panorama.
– Cojonudo, tío, ¡luego te invito a una birra eh!
– Vale, pues mañana por la tarde libro, quedamos a las cinco?
– Perfecto, perfecto. Hasta mañana, ¡gracias!
– Veenga, hasta mañana.
(AL DÃA SIGUIENTE)
– Bueno, ya hemos visto cuatro o cinco fincas. ¿Qué te parecen?
– No sé, ¿tú qué crees? Como eres el entendido…
– Pues yo de ti me compraba esa casa de cemento, bien situada en la ciudad y que parece acogedora.
– ¿De cemento? ¡Pero si yo quiero una casa de papel!
– ¿Pero para qué coño quieres una casa de papel?
– Joder, es lo que tiene todo el mundo, ¿no?
– ¡Pero si son una basura! ¿No me dijiste que precisamente Mariano había perdido la suya durante el último temporal? ¿Que salió volando con todo lo que tenía dentro?
– Es que las casas de cemento son sólo para arquitectos.
– ¿Eso no te hace pensar que quizá sean mejores?
– Pero no puedo poner biombos en una casa de cemento, tendría que levantar paredes o tirar muros cuando quiera hacer reformas
– Efectivamente, y eso repercutirá en que tu casa será más segura. ¿No viste que a Luis le entraron hace poco? Se compró una puerta de conglomerado, y un ladrón se la tiró al suelo de una patada.
– Mira, dirás lo que quieras, pero yo no me voy a meter en follones. Compraré la casa de papel.
– ¿Ni aun a igualdad de precio?
– No.
– ¿Entonces para qué quieres mi consejo?
– Nada hombre, te lo agradezco mucho, pero me quedo con la de papel
– En fin…
(AL CABO DE UNA SEMANA)
RIIING
– Hola, ¿José?
– Hombre, Antonio, qué tal con tu casa nueva.
– Pues de eso te quería hablar. Resulta que quiero poner un par de biombos para separar habitaciones, y te llamaba para ver si me los podrías colocar tú.
– ¿Yo? ¿Por qué no llamas al carpintero? ¿No te hicieron un presupuesto global? Puedes decirles que te los coloquen por el mismo precio.
– Ya, pero es que me fío más de ti.
(Claro, como el día que fuimos a mirar casas)
– Bueeeeno, vale, me pasaré por allí el sábado.
– ¿Puedes traerte biombos de casa?
– ¿Cómorrr?
– Sí, es que como son muy caros pues tú que tienes contactos a ver si puedes robar un par y traérmelos para mí.
– ¿No te estás pasando?
– Venga joder, que a ti no te cuesta nada. Si no le digo a mi vecino que me dé un par, que conoce a un tío que se encarga de pillarlos y le salen tirados de precio.
– Tú mismo.
(SÃBADO)
– Joder, suerte que vienes, José
– ¿Qué pasa?
– Se me ha derrumbado una pared. Es que ayer llovió bastante, se deshizo el papel y me he quedado sin pared.
– ¿Te extraña?
– Venga, a ver si me lo puedes arreglar.
– (pfffff…) Veré lo que puedo hacer.
– Muchas gracias eh, luego te invito a una birra.
(LUNES)
RIIING
(Es Antonio… ¿le cojo el teléfono?)
– José, José.
– Quéeeee
– Pues que ayer por la noche mientras estaba en el bar, entró un chorizo en casa y me ha birlado la tele
– ¿Y eso?
– Pues que los biombos que me pasó mi vecino eran robados, y por lo visto alguien tenía una copia de la cerradura.
– Normal.
– ¿Puedes venir a arreglármelo?
– NO.
– Joder tío no seas borde.
– SÃ.
– ¿Pero no eres arquitecto? Es que yo no entiendo de esto…
– Ya vi cómo te dejaste aconsejar cuando compraste la casa.
– Pero es que yo la quería de papel.
– Entonces asume las consecuencias.
– Hostia, ¿no me puedes hacer el favor?
– NO. Si quieres te doy el teléfono de una inmobiliaria que se dedica cambiar casas de papel por casas de cemento. Necesitarás hacer alguna reforma, pero como mínimo no te entrarán a robar cada dos por tres ni tendrás que contratar vigilancia privada, ni se derrumbará el techo cuando llueva. Tú mismo.
– Vale, vale, ya lo capto. Llamaré a Felipe para que me venga a arreglar el biombo. Muchas gracias por nada, ¿eh?
– ….
Conclusiones
A dónde quiero llegar: si queréis que un informático os arregle el ordenador, tendréis que tener un mínimo de respeto y no poner las cosas mas difíciles. Si os dice que Linux es mejor que Windows y que no tiene virus, se cuelga menos y tiene programas gratuitos geniales, hacedle caso. Si os dice que uséis Firefox para navegar, porque Internet Explorer es una fuente de virus y desgracias, no es por tocaros los cojones sino por haceros un favor.
¿Verdad que si fuerais un arquitecto y os encontrárais en esta situación, sería estúpido que la persona a la que ayudáis os lleve la contraria e ignore vuestros consejos? ¿Pero por qué si cambiamos «arquitecto» por «informático», «casa de papel» y «casa de cemento» por «Windows» y «Linux» a todo el mundo le parece de lo más normal? ¿Tan poca credibilidad tenemos los informáticos?
Si Linux es más difícil de usar que Windows -de hecho, simplemente es acostumbrarse al cambio- pues SE APRENDE. ¿No vas a la autoescuela cuando quieres conducir un coche? Podrías ir a pie, pero es más cómodo el coche. Cuando te sacas el carné, estás gastando tu tiempo en aprender, para obtener un beneficio posterior. ¿Por qué entonces la gente se niega a aprender a usar Linux?. Si os quisiera tocar los cojones simplemente pasaría de ayudaros. En lugar de eso, lo que hago es dar consejos que pasan a ser ignorados automáticamente.