La tradición manda que el enamorado regale a su amada una rosa roja (ahora las venden de todos los colores) y la mujer un libro, haciendo todo este tinglado una jornada de lo más comercial y casi superado por el día de los enamorados o San Valentín.
La verdad, yo no sé qué han hecho los pobres santos para que se les tome como excusa y utilizarlos para cualquier cosa que sirva para vender. Si levantaran cabeza…
El tema es que de regreso a casa no dejaba de decir no constantemente a todos los que me ofrecían la susodicha rosa de los cojones. Me he cambiado de acera, he pasado rápido, he hecho como que no hablaban conmigo y no sé cuantas cosas más para evitar la avalancha de vendedores. No sé si ha sido por mi atractivo físico (lo dudo), por mi forma de caminar, por evitar sus miradas o por llevar, sin yo saberlo, un cartel pegado a mi espalda diciendo todavía no he comprado una rosa, por favor, quiero que me la vendas tú.
Eso sí, antes de llegar a casa me he pasado por la floristería que tengo cerca de donde vivo y le he comprado una rosa a mi amada.
@rosa: pues cuidado en lo que sucumbes… que puede ser peligroso… 😉 Ahora, si sucumbes, relájate y disfruta.
Al final, acabamos sucumbiendo…
@Lynze: sí teníamos el permiso del Ayuntamiento, melón! Lo tramitamos meses antes y pillamos un puestazo. Ains, qué tiempos… casi multan a la S.C. porque íbamos las dos en su moto para ir a buscar papel de regalo 🙂 Me parto cada vez que me acuerdo.
te dejo una neva invitacion http://puntobaires.blogspot.com/2008/04/8-cosas-q… saludos!!
Juas! Y me parece que no teníamos ni el permiso para vender… 😀
Algunos son un poco agresivos, sí… pero ya no te acuerdas de aquél año que tú y yo (entre otros) nos sacamos una buena pasta para el viaje de fin de curso a costa de vender rosas! Ains, qué tiempos!
Yo sí me acuerdo : )
Y lo que no es la hipoteca… 😉
Si es que la cosa esta muy malita y hay que pagar la hipoteca…