Contrastes

    Esta mañana en el tren, por alguna razón, me ha llamado la atención una pareja comiéndose a besos. Todo eran miradas de complicidad y sonrisas de oreja a oreja. No importaba que fuera las 6 de la mañana. El sueño no parecía hacerles mella.

    Después de despedirse, él se ha bajado del vagón y se ha dirigido hacia la ventanilla donde estaba sentado. Ella le ha dibujado en el cristal palabras seguramente de amor y con un gesto le ha pedido que la llamara. Él ha asentido y con otro gesto le ha confirmado que lo haría.

    La felicidad y sosiego que se respiraba alrededor de esta pareja contrasta con lo despiadados que podemos llegar a ser los unos con los otros: guerras, asesinatos, maltratos, vejaciones, violaciones…

    ¿No sería más fácil llevarnos bien? ¿Sería posible fabricar una droga que nos hiciera sentir enamorados cada vez que te entrara ganas de reventarle la cabeza a alguien? ¿Por qué nos gusta tanto hacernos daño? ¿Es la autodestrucción una especie de selección natural?

    Quizás necesitamos que en nuestra vida haya logros y decepciones, triunfos y fracasos, amor e ira, confianza y celos. Sé que un mundo de paz, amor y felicidad es una utopía, pero ¿y si lo más grave que pudiésemos hacer es poner el grito en el cielo?

4 comentarios en “Contrastes”

  1. Uff!!ç
    Por alguna razón hacía tiempo que no me paseaba por tu pagina y vaya, me estaba perdiendo uno de los posts más interesantes que he leído ultimamente.
    Y es que muchos nos preguntamos qué hay en las cabecitas huecas de esas personas para tener la necesidad de hacer daño a los demás, de no aceptarles, en ve de disfrutar de las pocas cosas que te llenan el estómago en esta vida.
    Un saludo y sigue con textos como éste.

  2. Si la vida entre dos personas ya es un mundo, imaginate el mundo como es. En fin, ya me gustaria que inventaran esa pildora de amor, de felicidad … porque seguro que seria el mejor exito de la historia.

  3. Ains… yo creo que la gente mala no se ha enamorado nunca. Ellos se lo pierden (lo malo es que los platos rotos los pagamos todos). En fin… ya me gustaría a mí que esa medicina se pudiera recetar.

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