Supervivencia
Hace tiempo tuve un compañero de trabajo que alguna mañana venía diciendo: bueno, una noche más que hemos sobrevivido. El tipo era muy cachondo, pero cuando hablaba de cosas de estas las decía en serio. Cuando le pregunté sobre el tema me dijo que por las noches, justo antes de acostarse pensaba que igual podía ser esa la última.
No sé si te lo has parado a pensar alguna vez, pero podría ser la última vez que te despides de tu hijo/a, novia/o, amigo/a, tu última risa, tus últimas lágrimas, tus últimos pasos o la última vez que lees esto. Pero la ignorancia nos hace felices y no saber cuándo vas a morir y tampoco preocuparte demasiado por ello, te hace llevar la vida más fácil. Menos mal que estamos programados para sobrevivir cueste lo que cueste ya que sino nuestra existéncia sería un suplicio desde que nacemos hasta que morimos. De hecho recuerdo una persona muy allegada que tuvo un cáncer de pecho y me dijo: no sabes tú lo que el cuerpo puede llegar a aguantar, refiriéndose al sufrimiento que pasó para seguir viviendo.
Personalmente y creo que para la mayoría también, le tengo más miedo al sufrimiento que a la muerte en sí misma. La muerte seguramente es un estado de descanso total, aunque cuesta imaginar que no hay nada más allá de finalizar tus días aquí. Parecería que todo lo que hemos hecho mientras estamos vivos no tendría sentido y nos aferramos a la idea de que ha de haber algo más. Aunque creo que lo que hacemos aquí (si hay algo más realmente) no tiene ningún sentido para lo que haremos allí.
Aunque como decía mi abuelo: la muerte no debe ser tan mala ni se tiene que estar tan mal, si te fijas nadie ha vuelto para contarlo.
Foto: MCSimon