Rosa, Rosae, Rosam

    Normalmente suelo salir de casa camino al trabajo sobre las 05:50 horas aproximadamente todos los días y si bien no suelen pasar cosas más allá del poco tráfico reinante o el panadero distribuyendo su pan precongelado, ayer habían unos nuevos personajes (en su mayoría de etnia gitana) distribuidos cerca de los semáforos y/o esquinas. Se estaban preparando para aprovechar el día al máximo vendiendo rosas a todos los transeúntes y conductores que osaran acercarse lo más mínimo a su parada, aprovechando el día de San Jorge (o Sant Jordi en Cataluña).

    La tradición manda que el enamorado regale a su amada una rosa roja (ahora las venden de todos los colores) y la mujer un libro, haciendo todo este tinglado una jornada de lo más comercial y casi superado por el día de los enamorados o San Valentín.

    La verdad, yo no sé qué han hecho los pobres santos para que se les tome como excusa y utilizarlos para cualquier cosa que sirva para vender. Si levantaran cabeza…

    El tema es que de regreso a casa no dejaba de decir no constantemente a todos los que me ofrecían la susodicha rosa de los cojones. Me he cambiado de acera, he pasado rápido, he hecho como que no hablaban conmigo y no sé cuantas cosas más para evitar la avalancha de vendedores. No sé si ha sido por mi atractivo físico (lo dudo), por mi forma de caminar, por evitar sus miradas o por llevar, sin yo saberlo, un cartel pegado a mi espalda diciendo todavía no he comprado una rosa, por favor, quiero que me la vendas tú.

    Eso sí, antes de llegar a casa me he pasado por la floristería que tengo cerca de donde vivo y le he comprado una rosa a mi amada.


Rosa, Rosae, Rosam Leer más »