El agobio de estar agobiado

No sé si es porque es viernes o que está cerca la Navidad o porque estamos atontaos, pero es que llevo un día de agobio que no me aclaro. Por un lado me apretan para que termine una faena y por el lado en que yo aprieto están de reuniones. Sí de esas que tienes cuando hay algo para picar en el centro de la mesa de la sala de reuniones, además también tienes algo para beber y momentos para charlar tranquilamente con tus compañeros y con tu jefe. Vamos, de esos momentos que a nadie le amarga estar trabajando ese día.

Hay épocas en las que uno no se debería comprometer. De hecho esto ya me lo enseñaron en unos cursillos que hice en su día: no hay que hacer grandes cambios en los sistemas los viernes ni los lunes. Lo del lunes no me importa, pero lo de los viernes es sagrado si no quieres pasarte la tarde y parte del sábado trabajando por algún cambio que se hizo y que luego no funcionó pero se pensaba que no iba a ser tan grave.

Lo mismo debería ser para los fines de año. El último mes no se debería hacer nada de importancia. Mantener todo como está y solucionar pequeños fallos, pero ya está. Que luego vienen los problemas y los acelerones y no todo el mundo está preparado para colaborar. Que las prisas son malas consejeras y los previos a la Navidad son peores.

Si alguna cosa has de aprender de esto (que osado por mi parte) es que no permitas que te hagan trabajar con temas extras el final del año. Aunque claro, esto no creo que se pueda aplicar a los comercios y otras empresas que hacen su agosto precisamente por estas fechas.

Foto: bnim

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