Recuerdos que vuelven
Esta semana he estado en una cena donde tres ex-compañeros de trabajo se pre jubilaban. Pasé algo más de 9 años trabajando con ellos y la verdad es que también tuve momentos muy buenos. De los malos prefiero desecharlos, aunque al ser yo una persona que más bien se entromete en pocas cosas, de esos casi no tengo.
Recuerdo como entré: limpiando monitores, impresoras y todo aparato electrónico relacionado con la informática. Si bien yo ya era un técnico novato y eso de limpiar no estaba entre mis obligaciones, sí que lo estaba en el contrato de mantenimiento, así que me tocó pasar el trapo con el limpia cristales. Eso sí, acabé administrando los servidores (no todos) de la empresa. Yo simplemente era un subcontratado que pasaba más tiempo allí que en la empresa a la que pertenecía, por lo que tenía aquella extraña sensación que no era de allí pero parecía que lo era.
Como he dicho, me solía meter en mis asuntos y de muchísimas cosas que pasaban por mi lado ni me enteraba. Esos chismorreos que tiene cualquier empresa. Sé que algunas veces me encierro demasiado en mí mismo, pero no lo podía evitar. Aunque si podía enterarme de los divertidos, lo intentaba. Por ejemplo recuerdo el salvapantallas que según un empleado era sensible al sonido (pegaba tal golpe a la mesa que se movía el ratón y se desactivaba, aunque le intrigaba que no le funcionaba haciendo palmas); o aquel otro que llamaba cárceles a las celdas de la hoja de cálculo (incluso rellenaba la equivalencia euro/peseta de una larga lista de cantidades utilizando una calculadora de mesa y poniendo los resultados en las «cárceles»); rumores de lesbianismo en los lavabos; la empleada deportista que te hacía el pino en menos antes de que le dijeras que lo hiciera (en falda se lo pensaba un poco más) y alardeaba de haberse operado las tetas y llevar siempre tanga; jefes que te estropeaban algún tipo de hardware y luego te lo hacían pasar por mantenimiento; algún personaje pintoresco que hacía más de 12 horas diarias, tenía una lista de lo que debía que comprar esa semana (no sé de dónde sacaba el tiempo) así como el currículum de su novia que indicaba en el apartado de aficiones que le gustaba ir de compras…
En la cena faltó gente, bien por desavenencias, bien por malentendidos o por lo que sea. Es una pena que todo el mundo no se pueda llevar bien o por lo menos llevar. Cada uno somos como somos y cuando llevas tanto tiempo puede ser muy chungo. Siempre hay roces y como decía un ex-compañero: es imposible llevarte bien con todo el mundo y si dices que lo haces es que eres un falso.
Es triste, pero el lugar de trabajo es un campo de batalla donde se libra una guerra y nadie es tu amigo (y el que dice serlo, miente). Eso sí, intenta pasarlo lo mejor posible, porque has de pasar muchas horas con esa gente y a quien no soportes intenta evitarlo.
Foto: El Fotopakismo
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