Hasta la vista

    Desde aquel día que me acogió en su casa con aquella simpatía y ganas de hacer bromas (típicas de abuelo), me cayó bien. En ningún momento me sentí un forastero y en compañía de su esposa me recibió con los brazos abiertos. Supongo que el ser novio, por aquel entonces, de su nieta favorita me puso las cosas más fáciles.
    Siempre le vi jovial, bromista y con una energía digna de un jovenzuelo y aunque como todos los abuelos repetía las mismas bromas, no te cansabas de escucharlas una y otra vez, porque a cada "…de estas patatas no se han comido nunca…", como después de comer decía "…por mí todo el mundo ya ha comido…" o como explicaba una vez más lo bien que se lo había pasado con su Raqueleta y el picarol que perdió en el bosque y todas sus consecuencias, se pasaba la tarde y no te habías enterado.

Félix, como usted no se ha visto nadie.

    Cuídese… y que le cuiden. Un fuerte abrazo.

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