Proyecto en vida
Hay una palabra que no me gusta nada y esa es: proyecto. Todo el mundo tiene dicha palabra en la boca. Se habla de proyecto de futuro, proyecto de vida, proyecto de empresa, proyecto, proyecto y más proyecto.
Recuerdo como antes como mucho se hablaba de planes de futuro, pero es que ahora todos nos hemos vuelto proyectistas. No sé que atractivo tiene, pero sale hasta en la tele.
Ahora tengo un motivo más para odiar la palabra proyecto y es porque también he tenido un proyecto de empresa que ha salido mal y me hacía mucha ilusión. Ya no seré rico. Ya no podré comprar Apple ni preocuparme de qué voy a hacer con Steve Jobs entonces. No podré comprarme el Audi R8 a granel ni codearme con los famosos de turno. No podré cambiarme el yate cada seis meses ni conseguir una docena de iPhones para destrozarlos en el microondas o debajo de una apisonadora.
Sí, sé que me puedes decir que no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita, pero hay que ser realistas y sabes que eso es consuelo de pobres. De hecho la mayoría de refranes lo son.
Por supuesto que con el dinero no consigues la felicidad, pero eso es cuestión de comprarla al mejor postor en un momento dado y así conseguirás tener un problema menos. Aunque igual no tienes un problema menos, sino que lo cambiarás por el problema de saber qué piso de lujo comprar o qué viaje te gustará más.
Así que ya sabes, si quieres empacharte de lo material, no dudes en hacerte muy rico. Y ten cuidado con las drogas.