Nunca comas una manzana que haya tirado el viento, nunca te apartes del sendero y nunca te fíes de un hombre cuyas cejas se le juntan.
Hay una moraleja:
ay de aquella que el sendero deja.
No os fiéis de ningún forastero
si queréis elegir vuestro derrotero.
Sed bellas pero también sagaces,
un lobo se esconde tras mil disfracesAhora, como antes,
es una verdad evidente:
cuanto más dulce la lengua,
más afilado el diente.