Cualquier cambio es traumático.
Como decía un famoso empresario:
Si cada mañana te levantas y tienes la sensación que no te gusta lo que haces, solo tú puedes cambiarlo.
Esto que parece tan sencillo es lo que normalmente no suelo hacer. Porque estar en mi zona de confort es lo que hace que me sienta seguro. Quizás no es lo mejor. Quizás incluso me perjudica. Pero no altera ni estropea mi burbuja. Esa burbuja que hace que te sientas protegido aunque no lo estés realmente.
Pero esta vez ya lo estoy cambiando. Es posible que de esta no salga bien parado, pero también es posible que llegue donde antes nunca había soñado. Quizás me espera la peor de las pesadillas o el mejor de los sueños. Esa incertidumbre no hará que no siga adelante. Seguramente dejaré a gente en el camino, a otra me la encontraré de nuevas e incluso retomaré algunas antiguas amistades. Dejaré a gente odiándome, otra triste y otros lo comprenderán, pero estoy seguro que dejaré a bien pocos indiferentes.
Necesito el cambio. De hecho ya lo estoy realizando. No sé todavía a qué coste ni si lo estaré pagando toda la vida, pero sé que es necesario y si no lo hubiese hecho, me hubiese arrepentido toda la vida.
Y esta vez no, no puedo permitírmelo. No ahora. Seguramente no conseguiré lo que quiero y me defraudaré a mí mismo, pero he de hacerlo, porque el instinto me dice que está casi seguro que voy en la dirección correcta.
Nadie dijo que fuera fácil ni poco doloroso.
Nadie dijo que sería un camino de rosas, porque realmente me parece un camino de espinos que me van a desgarrar la piel al mínimo roce. Es más, no veo un final al camino, lo veo tortuoso y resbaladizo, pero no me va a hacer tirar para atrás. Por lo menos esta vez no. Esta vez no voy a ceder.
Solo hay algo que realmente me importa va a hacer que sea más cuidadoso pero nada más.
No sé si estoy siendo egoista o quizás poco paciente, pero ya he dicho basta y cuando lo digo es definitivo. Por buena solución que se encuentre nunca me servirá cuando lo diga.
Ahora solo toca esperar. Esperar y seguir adelante. No hay otra. Ser consecuente y asumir las responsabilidades, porque es lo único que mantendré de mi pasado. Estoy cansado. Estoy decepcionado. Puede que no vuelva a ser el mismo, pero puede que sea mejor.
Foto: Maryl Gonzalez