abril 2009

La felicidad

Welcome 2008!!! / Bienvenido 2008!!! por pasotraspaso, en FlickrMi hijo de pocos meses no sabe todavía caminar, pero apunta maneras cuando lo coges por sus brazos y lo pones en el suelo. Pues bien, el otro día cuando llegué a casa, resulta que mi madre lo tenía cogido de esa forma e iba caminando a su manera, concentrado en avanzar. La cosa es que cuando me vio empezó a lo que podríamos denominar correr hacia mí. Ya sé que parece una chorrada, pero cuando ves que la alegría que le da a tu hijo provoca que acelere sus piernecillas descontroladamente es algo que te queda muy grabado en la mente. Cierto es que soy un consumidor empedernido (como la mayoría de la gente de esta sociedad) y que cuanto más tienes, más quieres y menos te llenan, pero cuando te pasan cosas así algo te rebosa y te sobra todo lo que te pueda rodear. Entonces, ¿por qué seguimos engañándonos de que un objeto nos puede dar la felicidad?

Compramos compulsivamente y sin necesidad porque creemos que nos hará la vida más fácil, seremos menos desdichados, daremos una imagen de bienestar… en total, depositamos nuestras esperanzas en algo inerte y sin vida: un coche nuevo, una casa nueva, un reproductor MP3, un ordenador… Y lo malo es que cuando ya disponemos de algo resulta que al cabo de un tiempo (suele ser breve) ya no le prestamos la atención que tuvo en un principio.

¿Tan desgraciados nos sentimos que no nos basta con lo que nos damos los unos a los otros? ¿O es que no nos damos suficiente?

Dicen que los niños (cuanto más pequeños mejor) y los perros (sin ánimo de comparar y por nombrar un animal cercano a nosotros ya que no son los únicos) son los que te dan una fidelidad incondicional. ¿Es que cuando nos hacemos mayores nos volvemos hipócritas y desconfiados? ¿Tan malos nos volvemos que desconfiamos de nosotros mismos?

Por cierto, me voy a comprar un AirPort Express con AirTunes que voy a poder escuchar toda la música de mi iTunes por WiFi en mi equipo de música Dolby Surround. Mola, ¿eh? Seguramente a partir de ese momento voy a ser más feliz (aunque no sé si al cabo de 10 minutos de usarlo seguiré en el mismo estado).

Foto: pasotraspaso

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El autobús

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Posiblemente hayas leído alguna de mis aventuras y desventuras con el transporte público. Cogiendo la RENFE pensé que no había nada peor, pero estaba equivocado.

Si has seguido mi bitácora sabrás que he cambiado de trabajo. Pues bien, ahora lo que me pasa es que utilizo más el autobús que antes. Aproximadamente paso unos 20 minutos de mi vida de ida y otros tantos de vuelta cada día y me subo en una de las primeras paradas del recorrido, así que prácticamente el autobús llega vacío.

Al principio optaba por sentarme, ya que había sitio de sobra, pero con el paso del tiempo he dejado de hacerlo. ¿Por qué? Pues muy fácil, prefiero ceder mi posibilidad de asiento antes de tener que estar levantando y sentándome constantemente, eso sin contar las abuelas que esperan que les ofrezcas el sitio. Las hay de varios tipos, pero a mí me llama la atención un par de especies: las que te miran en plan “pobrecita de mí que casi no me mantengo en pié” (que luego son las que más corren cuando ofrecen algo gratis) y las que también te miran directamente a los ojos en plan bruja que te atraviesan hasta la nuca y parece que quieren hipnotizarte. Tendría que hacer como algunos que observan la calle a través de la ventanilla y que hacen como que no se dan cuenta. Pero me han enseñado que hay que ayudar al prójimo y más si son de avanzada edad, así que antes de que me ataquen mi conciencia, me levanto.

Luego están los empujones. De hecho lo hacen incluso al subir. La semana pasada sin ir más lejos estaba intentando entrar en el bus entre una maraña de gente y alguien me estaba tocando el culo como dando palmaditas. Al principio pensé que igual se estaban aprovechando de mí (suerte la mía), pero luego me percaté que era una abuela que intentaba empujarme para entrar antes y así poder coger sitio (mi gozo en un pozo).

De vuelta es cuando más desventuras tengo porque suele ir bastante lleno, así que intento ponerme en un rincón lo más apartado posible y que moleste menos, pero siempre vienen las de los carritos de bebés y no tan bebés. Puedo entender que es mejor llevar un crío pequeño en el cochecito que en brazos, pero es que hay niños que cuando se sientan en su cochecito van arrastrando los pies de lo grandes que son. Y esos ya se mantienen en pié. Pero da igual, la madre tiene que pasarte por encima de los pies con los 30 Kg. de niño más la compra más el carrito con el siguiente “uy, perdona, como hay tanta gente…”.

Pero el súmmum de todo esto son los conductores. Parece que van de rally. ¿Qué importa que tenga un coche parado a 50 metros? Acelera de golpe para luego pegar un frenazo. Luego las curvas, que tendrían que darle un premio al ingeniero que diseñó el modelo porque parece mentira lo estable que es un autobús en una curva de 90 grados a 60 Km/h. Los que van sentados casi no se dan cuenta pero los que vamos de pié, si alguien nos viera desde fuera con música máquina a todo trapo de fondo seguro que pensaría que nos lo estamos pasando de p.m. en la discoteca móvil. Aunque su idea seguramente se desvanecería al ver la cara de acojonados que tenemos todos. Si te sujetas en una de las barras del techo eres capaz de tocar el suelo sólo 2 minutos en un recorrido de 20 minutos dejándote llevar por la inercia. Pon un autobusero con un autobús en una etapa de algún rally complicado y seguro que no lo pilla ni el Colin McRae ese.

Total, que a pesar de los atascos el coche sigue siendo la mejor opción por mucho que nos vendan que el transporte público es la solución. Claro que sí, señor ministro, seguro que es lo mejor. ¿Y eso lo ha decidido en su limusina donde no tiene que olerle el sobaco al de al lado después de un duro día de trabajo?

Foto: ahdont

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El festivo

Empty Church Street Station por bradlauster, en FlickrSe nota que está llegando Semana Santa porque hay menos tránsito a la hora punta, apenas sube gente a los transportes públicos, la oficina está medio vacía y te da la sensación de que hoy es un día festivo donde todo el mundo está durmiendo plácidamente mientras que tú te has pegado el madrugón de siempre.

Por suerte te das cuenta de que no es así ya que hay casi los mismos pardillos de todos los días, pero por alguna razón la sensación es de más espacio. La gente apenas habla, casi no hay problemas y hasta parece que todo el mundo está trabajando sin levantar cabeza.

Adoro estos días. Es como si los folloneros se hubieran ido de vacaciones y faltaran miles de días para que volvieran. Te invade una sensación de bienestar y sosiego como no lo sueles sentir. Vamos, que te dan ganas de romper algo para comprobar si el resto de la gente sigue viva o se han dormido con los ojos abiertos delante del monitor. Es como un compañero de trabajo que tenía: se quedaba quieto mirando el monitor y con los ojos abiertos. Solo te dabas cuenta de su inactividad porque al cabo de 5 o 10 minutos aparecía un salvapantallas que simulaba que el monitor se iba llenado de agua poco a poco y aparecían unos peces de colores. Es la única persona que he visto que tenía esa característica: dormir sin cerrar los ojos.

Cuenta la leyenda que también es posible dormir de pie (que se lo digan a los que han hecho la “mili”) sin caerse, pero eso no lo he probado y supongo que se necesita un control sobre el equilibrio del cuerpo que no está disponible para todo el mundo.

De cualquier forma, si eres follonero y te has cogido vacaciones, gracias. Los que estamos en la oficina tranquilos te lo agradecemos. Así sí que merece la pena levantarse a las 6 de la mañana para ir a trabajar y saber que el viernes no vas a venir con prisas porque no has hecho nada durante la semana.

Foto: bradlauser

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Vuelve el viernes

No sé si te acuerdas, pero hace ya algún tiempo que dejé de publicar una entrada los viernes adjuntando un vídeo musical de un cierto estilo. La verdad es que lo dejé porque no encontraba nada que me gustara, pero por lo menos esta semana será diferente porque he encontrado algo que parece que merece la pena.

Así que si te gusta este tipo de música, no dudes en darle caña a los altavoces y pulsar el botón HD que tienes en la parte inferior derecha del vídeo para disfrutarlo al 100% hasta que hagas tronar a los vecinos. 😉


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